DARDO Instituto do Deseño e das Artes Contemporáneas

arte

 

Milán, Italia, 1907-1998.

Artista y diseñador.

Negativo-Positivo

1993. Serigrafía 70x70 cm

Bruno Munari fue diseñador, escultor, autor de libros infantiles, poeta y pedagogo, considerado uno de los mejores diseñadores gráficos e industriales del siglo xx y vinculado al movimiento futurista. A lo largo de su trayectoria revisió diversos materiales haciendo grandes aportaciones al universo de la expresión visual. Su trabajo busca clarificar el proceso del diseño a través de la simplificación formal y la procura de nuevas metodologías de comunicación visual. Su obra gráfica, como en este caso, destaca por la experimentación cromática, empleando colores saturados y brillantes que persiguen el equilibrio compositivo mediante la organización de los pesos visuales que pueden acercarnos a corrientes como el constructivismo. Su carácter polifacético le llevó a explorar la síntesis de las artes y a defender la confluencia de las disciplinas para alcanzar formas insólitas.

 

Barcelona, 1969.

Artista.

Cinemascope

2012. Acrílico sobre tela. 40x80 cm

Vítor Mejuto no es un pintor a la moda, muy al contrario, se ha dejado seducir por sus «lugares» cuando pinta de un modo tan firme y cuando ha sabido ampliar ese repertorio para asumir los de otros e indagar reflexivamente sobre ellos. Si preguntamos sobre sus referentes, podría desdoblar su lista y comenzar citando innumerables artistas entre los que seguramente se escucharían nombres como el de Frank Stella, Palazuelo, Mondrian o Josef Albers. Una de las aportaciones más interesantes de su obra la apreciamos en Cinemascope, y radica en la capacidad de transmitir la sensación de orden sin disimular del todo las líneas anteriores a la imagen, obligándonos a compartir las imperfecciones que rodean los procesos previos al trabajo acabado.

 

Santiago de Compostela, 1920 – A Coruña, 2012

Creador multidisplinar.

Catálogo y vajilla Portomarínica de Cerámicas de Castro

Isaac Díaz Pardo y Luis Seoane verán en Sargadelos una de las grandes frustraciones de Galicia, al tiempo que una posibilidad de enorme potencial. De Sargadelos les atraía que fuera el primer proyecto capaz de introducir en Galicia sistemas industriales de producción en serie, incluido el diseño. Desde entonces, la recuperación de la actividad industrial en Sargadelos fue un tema primordial para el Laboratorio de Formas, y una de las principales razones de su existencia, como podemos advertir al atender a sus pautas principales: conservar el significado de la vieja iniciativa de Ibáñez —aprovechar los recursos naturales de la comarca—; profundizar en la concepción ética que Ibáñez tenía de la empresa como una asociación de recursos para satisfacer necesidades frente a una empresa entendida como asociación de intereses para especular con los recursos y las necesidades; diseñar una cerámica de su tiempo rechazando cualquier tentación de hacer un refrito de la vieja loza del siglo xix; simbolizar la recuperación de Sargadelos como modelo de industrialización para Galicia y de la superación de sus frustraciones históricas; e invertir los beneficios de la actividad industrial en investigación tecnológica, de diseño, histórica y cultural.

 

Lisboa, 1971

Artista.

Intuitive Tridimensional Form

Uno de los conceptos originales que ha estado siempre presente en los trabajos de la portuguesa Mónica Capucho es la palabra, que utiliza para resaltar los elementos visuales que coexisten en sus composiciones geométricas compuestas por rayas, rejillas o cuadrados. Estas frases repetidas son utilizadas para subrayar las imágenes representadas. Las expresiones se resaltan sobre superficies con cualidades variadas, brillantes, opacas, lisas o con texturas, como se puede intuir sobre la superficie en blanco de la obra Intuitive Tridimensional Form, en la que artista busca un vínculo entre la imagen y la palabra, donde una se transforma en texto y la otra se visibiliza, reflexionando sobre el papel de la construcción de la propia pintura.

 

Bilbao, 1971

Fotógrafo

Verde Barro

En la pintura de Alejandro Botubol la quietud es la anamnesis de lo clásico, de lo resuelto en perfecto orden, pero la exégesis de su trabajo se desvela en lo contrario, en la emoción que se confronta como condición de lo no resuelto, de ese lugar capaz de vibrar en la mirada. Por eso reivindica el hallazgo serendípico de sus atardeceres en su estudio, cuando el color tiembla y la luz se asoma para retirarse. Sus Tapes son bodegones de cintas —de carrocero, de embalar, americana de colores…—, pero son naturalezas muertas que se ubican en un paisaje de color hecho luz, unas imágenes mentales o construcciones sensibles que son mucho más que fondos, distanciándonos de la apariencia en una persecución muy consciente de la atmósfera deseada —quizás rememorando sus inicios en la pintura au plein air—. El color es así el sonido interior de estas Tapes, la sutil densidad de la memoria del estudio. Si en anteriores trabajos fueron eclipses y paisajes, en sus obras más recientes estas cintas son una suerte de imaginería que al artista le conducen al universo de lo barroco. La experiencia de la luz que entra en el atardecer por la ventana de su estudio, siempre una luz diferente, se transforma en paisaje, en pintura. Porque la luz siempre ha sido capaz de descubrir los espacios y los objetos, pero también de plegarlos con juegos de claroscuro. En este caso, ésta reafirma la presencia del objeto y el artista se abandona así a un viaje sin moverse del sitio, dejando que la pintura ocurra, que tenga lugar.

 

Cambados, 1957

Artista

Barco Preto

Francisco Leiro bebe de la tradición escultórica española del siglo XX, recogiendo sus influencias para adaptarlas a un vocabulario personal plagado de formas toscas y rotundas que alumbran la expresión de lo humano. Su imaginario abraza fuentes tan diversas como el surrealismo, lo popular y la mitología, que terminan por conformar el carácter expresivo y genuino de sus propuestas. La fuerza que imprimen sus figuras, con torsiones a veces imposibles y gestos sugerentes, le han llevado a alcanzar prestigio internacional. Francisco Leiro colaboró con la fábrica de Sargadelos en la elaboración de cuatro piezas escultóricas: El Frutero, Guardia Civil, Castelao y el Barco Preto. Leiro supo adaptar sus señas de identidad a las necesidades de una industria como Sargadelos, a su contenido formato y a las características de un producto de diseño. Tanto El frutero como Barco Preto reposan la atención en lo cotidiano a través de un juego de equilibrios y síntesis compositiva. La primera obra recoge la tradición pictórica del bodegón desde la subversión del color y la forma, mientras la segunda se acerca al costumbrismo subrayando el movimiento, congelando el instante y la expresión.

 

Mondoñedo, 1950

Caballos

Fabricante: 
Cerámica de Sargadelos

Xosé Vizoso nace, en sus propias palabras, con un lápiz en la mano. Desde muy joven se interesa por el dibujo y la escultura y con solo dieciocho años gana un concurso nacional de escultura, comienza a trabajar en la fábrica de Sargadelos y se convierte en la mano derecha de Isaac Díaz Pardo. Se trata de un artista muy prolífico cuya obra incluye carteles, diseño para cerámica o ilustración editorial entre otras disciplinas. Su estilo se caracteriza por la estilización de las formas y por la constante referencia a elementos de la cultura y tradiciones gallegas, especialmente ligadas al rural, siguiendo con la línea de trabajo de Sargadelos de combinar la tradición con el diseño comercial. El caballo, animal por el que sentía fascinación desde pequeño, será el protagonista de multitud de su obra. Precisamente una de sus piezas llave, As San Lucas, dedicada a la feria de ganado de Mondoñedo del mismo nombre, tendrá al caballo como protagonista. Esta figura  sigue siendo una de las más reconocibles del catálogo de Sargadelos en la actualidad.

 

mujer

Luis Seoane evitaba toda estandarización buscando aprehender los paradigmas culturales de las tradiciones de un lugar, no tanto con la intención de replicar lo logrado sino buscando renovar las formas ancestrales para proyectarlas en el presente y el futuro de la industria, convirtiendo esas formas en inéditas. Se trata de recoger las formas que caracterizaron la historia de un pueblo y al hacerlo, afirmar una diferenciación cultural que de lo contrario corre el riesgo de perderse. Es algo que se puede advertir en sus pinturas, en sus diseños cerámicos y en imágenes como la de Luis Seoane observando una figurita de miga de pan de San Andrés de Teixido en su taller del Castro de Samoedo, en 1967 —de la que saldrá su original Ramo vermello—, observando con detenimiento sus grabados o las escenas de sus tapices, que tienen la magia del relato oral.

 

Brasil, 1978 

Artista

Deseño Espacial

Deseño Espacial, 2005
Lápices, 35 cm Ø

El uso de la perversión de invertir los sentidos de muchos objetos y sus tipificaciones es el discurso que caracteriza a este artista brasileño. Objetos banales como sillas de escritorio, bolas de fútbol, osos de peluche convirtiéndolos en una cuestión conceptual. Se ve intrigado por la aparente imposibilidad de éstos, con la relación que ellos guardan entre significante y significado. Como se advierte en Deseño Espacial, 2005, el artista juega con la repetición de un elemento como es el lápiz de color y genera una nueva composición geométrica. 

 

Lisboa, 1968

Artista

Pillow talk

El trabajo de Sandra Bahía es heredero de los postulados del arte minimalista histórico, que a pesar de tener un arco cronológico breve, que podríamos circunscribir a la segunda mitad de la década de los setenta en Nueva York, diseminará su legado de un modo expandido en el tiempo y sus lugares de incidencia. El uso de materiales industriales preparados, un estricto rigor estructural o una estética reductiva, son características que han permanecido desde entonces, pero desde una suerte de post-minimalismo como el emprendido por Bahía. Utilizando una gran gama de materiales, técnicas y medios industriales, la artista juega con la metáfora de una industria posmoderna fracturada. Durante su trayectoria, sus procesos pasan de lo bidimensional a lo tridimensional, de la pintura al objeto en el espacio y de la figuración a la abstracción. La pieza Pillow talk es un referente de este juego entre lo pictórico y lo escultórico, que la artista es capaz de llevar a la gran escala o, en este caso, a la pequeña escala, donde la medida tiene menos relevancia que su peso visual.

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