Aitor Ortiz ausculta los límites entre realidad y representación a partir de un dominio de la técnica fotográfica que le permite expandir sus límites en muy diversas direcciones. Tras haberse especializado como fotógrafo de arquitectura, su trabajo artístico se apoya en la objetividad de la disciplina arquitectónica desde la subjetividad analítica de la fotografía, lo que le permite generar espacios intermedios e indagar en las fisuras o intersticios que surgen de la confrontación de ambas. Si su materia prima es el espacio, este se proyecta y explora desde lo físico y desde lo mental generando opciones intermedias a partir de las posibilidades de cada medio; ya sea la textura y temperatura que emana de la atmósfera arquitectónica, de lo material; o las cuestiones perspectivas y juegos de escala que se provocan desde lo fotográfico, desde lo inmaterial. Si en sus últimos trabajos nos recuerda que la intensidad no guarda relación con el formato y la incertidumbre se potencia por el carácter encriptado de las imágenes, una vez que no conseguimos saber si las formas experimentan un estado de emersión o si por el contrario están en proceso de desaparición, en sus primeros trabajos evoca lo monumental, como advertimos en su serie Destructuras, en las que se prescinde de la idea de locus concreto para retratar una arquitectura sin espacios, sin lugares concretos de pertenencia. En estas fotografías el interés por la arquitectura se centra plenamente en la propia forma, en la tipología pura haciendo una reinterpretación subjetiva de la forma vacía.