La sistematización del programa de Otl Aicher para los XX Juegos Olímpicos de Múnich (1972) le llevó a realizar un manual de identificación para la aplicación del símbolo creado —una suerte de sol en espiral— y a elegir la paradigmática Univers de Adrian Frutiger como tipografía. Además, estableció un sistema de retícula y restringió la paleta cromática de cara a lograr una mayor armonía visual. Para cada deporte diseñó un pictograma, algo que heredarán otras ediciones como la destacada XXIII Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984. De fácil identificación, evitando cualquier tipo de barrera lingüística, Aicher conseguirá sistematizar todavía más lo logrado por Lance Wyman y Eduardo Terrazas cuatro años antes para los Juegos celebrados en México, donde la funcionalidad de la señalización llevó a la siguiente afirmación en The New York Times: «Aunque sea analfabeto en cualquier idioma, podrá desenvolverse en su entorno, mientras no sea daltónico».