Albano Afonso. Em Estado de Suspenção

Albano Afonso presenta una serie de móviles suspendidos en el aire compuestos por objetos como jarrones de bronce, cristales, una calavera espejada…, elementos que giran debajo de sí mismos, fundiéndose con haces de luz proyectados en las paredes. El titulo de la misma exposición Em Estado de Suspenção se refiere a la colocación de estos objetos, pero también cómo nuestra mirada se expone a un abismo horizontal, a un problema de equilibrio, como sus esculturas móviles. Porque estos conjuntos escultóricos colgados del techo de Appleton son naturalezas muertas, género imprescindible de la historia de la pintura figurativa que, paradójicamente, nos llevan a una abstracción muy mental. Porque a partir de una atmósfera misteriosa, surge um caleidoscopio inagotable de reflejos y sombras, que nos conducen a un abismo.

Por un lado, advertimos fragmentos del cuerpo del artista, como sus manos, que permiten juegos de sombras que recuerdan a las sombras chinescas de nuestra infancia, evocando pájaros o perros. Por otro, una serie de cristales minerales que son en sí mismos otra naturaleza construida con cristales con los que enfatiza su interés por el reflejo y la luz. En otros casos, este equilibrio se ironiza con una serie de pesos. La imagen se filtra y se esfuma. Todo ello se enfatiza con la proyección de luces de colores que generan a su vez otros encuadres, como sucede en muchas de sus series fotográficas, como cuando fragmenta su propio estudio para esconder disimulados autorretratos, sugeridos tras la luz de los flases de las fotografías e insinuados a través de fragmentos de su cuerpo, recurso que domina también estas esculturas móviles, que crean una performatividad cinética y sonora, provocando suspense y contemplación, al mismo tiempo que suscitan una reflexión sobre el mundo sustancial y el universo existente más allá de la materia.

Em Estado de Suspensão nuestra mirada asume un vértigo que se apodera de la experiencia en todo momento. Se genera entonces una extraña situación especular, convirtiendo el paisaje en una especie de paraíso misterioso, algo propio del trabajo de Albano Afonso, siempre seducido por las historias que nos llegan borrosas y retratan lo indecible, con el color como acontecimiento modulado en la inestabilidad, aprehendiendo el mundo en su dimensión flotante. Porque para Albano el mundo no es una suerte de dibujo preciso sino una revelación de su potencia pictórica, dando paso a las posibilidades de la mirada como relato, como experiencia, generando fisuras en la percepción a partir de un obsesivo juego con la luz y con las formas que desbordan su propia condición.

David Barro. Comisario.