Un caso de éxito reciente en lo que se refiere a identidad visual de una ciudad es Oporto, que partiendo de su tradición histórica con el azulejo proyectará una nueva imagen en base a sencillos pictogramas azules. El responsable del proyecto fue White Studio, de la mano de su fundador Eduardo Aires, que confesará que, en este caso, el briefing estaba bien definido, lo que facilitó su desarrollo. Así, prescindirán de cualquier imagen para quedarse con el nombre de la ciudad. La tipografía, sólida y sensual, de caracteres muy próximos entre sí, potencia la palabra, que acaba con un punto sobre el que cae el gran peso visual. «Porto.» es, además, de color azul, el color de sus iglesias y edificios revestidos de azulejos, que son una especie de retrato estático de la vida urbana.